lunes, 8 de febrero de 2010

Bajo la lluvia


Libre, esa era la palabra exacta, se sentía libre al fin.
Con cada gota que caía sobre su piel, se hundía más y más en aquella realidad paralela a la que ansiaba volver, en donde los problemas no existían y el tiempo se congelaba. Y ella, ella se dejaba mojar por esa lluvia con una felicidad indescriptible, como si el agua le diera pequeños toques mágicos de calma.
Se tomó un minuto para admirar la belleza a su alrededor. Las calles desiertas, el olor de los árboles húmedos, el aire de tranquilidad que se respiraba, el sonido dulce de aquel diluvio que la había empapado de pies a cabeza...Estar peinada, maquillada y presentable, no le importaba en aquel momento. Este era su refugio, y quería quedarse allí para siempre.
Se dió cuenta de que estaba bien, por primera vez en mucho tiempo, y eso no le permitía dejar de sonreir. Se le antojó saltar encima de cada charco que encontraba, y lo hizo, a carcajadas, siguiendo el camino hacia el final de la cuadra. Ya no tenía edad para hacer esas cosas, bien lo sabía, pero aún así lo disfrutaba tanto...
El agua le chorreaba de la ropa y el pelo, y con cada salto se salpicaba aún más. Se detuvo, cerró los ojos, levantó la cara, enfrentando directamente a las gotas de lluvia, y extendió sus brazos.
Libre, esa era la palabra exacta, se sentía libre al fin.

1 comentario:

  1. Genial tu texto, me transmitió paz. ¡Qué ganas de salir a la calle y hacer eso! Tentador, no? jajaja. Jaz, mil años que no hablamos! ¿Qué ondeli? Si te veo conectada te hablo! Un besito linda. :)

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